Evaluna lo miró como si acabara de decir la estupidez más grande del mundo.—Ah, no, espere —respondió con ironía, alzando una ceja—. Así no fue que hablamos, señor Williams. Soy su secretaria. No su niñera.Él suspiró con exasperación, llevándose la mano al puente de la nariz. El solo imaginar que sus padres pueden regresar en cualquier momento lo estresaba más.—Te pagaré más. —Su voz se volvió más suave, casi seductora—. Eres buena con los niños. Míralo… se siente cómodo contigo. Además… tienes un hermanito, ¿no? Sabes tratar con ellos. De seguro… se van a divertir juntos.Evaluna lo fulminó con la mirada, apretando los labios. Era la primera vez que la elogiaba… y no le gustaba que fuera para manipularla.—No es justo, señor. —Su voz salió con un leve temblor. Rowan la abrazó fuerte, su cabecita reposó en su hombro, exhausto.Damon se sentó pesadamente en su sillón de cuero negro, pasando ambas manos por su rostro. Por primera vez, Evaluna vio un atisbo de vulnerabilidad en su ogr
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