Ismael no contestó, temiendo lo que se iba a encontrar dentro de la casa. Dejó sentado a su padre en la sala y corrió aterrorizado al despacho, donde se encontró con una miniatura demacrada de su hermano Marlon, conversando con su padre y trazando un mapa en una hoja.
—¿Papá…? —lo llama, con tono interrogante. —¡Ah! ¿Llegaste? Ven aquí, te presento a tu posible sobrino —dice el señor Rhys, señalando al flacucho y desnutrido jovencito—. Él asegura que es hijo de Marlon y que existen más, también primos. Ismael se queda sin saber qué hacer o decir, solo observando al escuálido joven con facciones de su hermano mayor. Le recuerda a Ariel cuando se hirió en el pecho. Tiene que ser hijo de alguno de sus dos hermanos; el parecido es demasiado. Se acerca para ver lo que su padre le muestra.