34. CASTIGO Y PRIMER BESO REAL
—¿Quién es ese hombre, duquesa? —pregunta Daniel mientras seguimos al exprometido de Odeth, sin ser detectados.
—Un cobarde. Alguien tan pequeño que no merece ser llamado hombre —respondo sin mirarlo.
Mario Andrés Gómez. Un nombre demasiado largo para alguien tan olvidable. Es joven, de aspecto corriente, casi invisible entre la multitud. Su figura no deja huella, su andar no proyecta sombra. Un hombre así nunca mereció a una mujer como Odeth.
Llevamos siguiéndolo casi una hora. Daniel guarda silencio, pero percibo su desconcierto. No termina de entender qué nos trajo aquí.
—¿Él le hizo daño?
El hombre limpia su pequeño local de pescado. Sus movimientos hablan de una vida dura, de rutina y sal. Pero eso no lo disculpa. Muchas personas se despiden con amabilidad, algunas jóvenes le sonríen con tímida esperanza. Él no responde, pero ellas seguirán insistiendo.
—Es el exprometido de una amiga —respondo, ya imaginando el inicio de su castigo—. Solo quería ver qué clase de criatura era.
—Es