12. NO ES CUESTIÓN DE QUE QUIERAS, SIMPLEMENTE ERES MÍO Y YA.
Una de las comisuras de sus labios se curva apenas, revelando que mis palabras le resultan deliciosamente hilarantes.
—¿De verdad? ¿Vendrás por mí?
Da dos pasos y se detiene al borde de la cama, mirándome desde lo alto como si esa posición de poder pudiera representar mucho para mí.
—Vamos a suponer que "arreglas" lo de la Duquesa. Que, milagrosamente, el Duque no se vuelve loco porque su esposa me quiere en su lecho. ¿Qué te hace pensar que yo iría contigo?
Levanto ligeramente una ceja y le regalo una sonrisa ladina.
¿Quiere seguir jugando a esto? Entonces juguemos a que lo convenzo, a que no soy su debilidad y a que tiene murallas reales que debo tumbar.
Me pongo de pie sobre la cama, ganando altura sobre él. Apoyo una mano sobre su pecho y me inclino, dejando que mis labios rocen su oído como un secreto que solo él merece oír.
—Porque nadie te desea, ni te deseará, como yo. Porque lo que siento no es solo hambre de tu cuerpo, sino sed de tu alma. Porque te quiero más allá de la carn