Drogado.

CAPÍTULO SEIS:DROGADO.

Matthew Vaughn.

Siento la turbulencia del avión cuando toca tierra londinense, y un cierto alivio me inunda. Soy de los que no les gusta mucho salir de la ciudad, pero las responsabilidades me obligan.

Cuando el avión se detiene y está ya firme, me preparo para salir.

— Señor Vaughn —menciona la azafata—. Hemos llegado. Afuera ya lo esperan.

Asentí.

— Gracias —mencioné sin agregar más.

Me paré en la puerta del avión y el aire fresco de la ciudad golpeó mi rostro. También pude ver, desde la altura, cómo el cielo se pintaba de color naranja mientras el sol se ocultaba en el atardecer.

Me ajusté la chaqueta de cuero negro y, con el maletín en la mano, descendí las escaleras. La brisa me golpeaba y desordenaba mi cabello. Me apresuré un poco hacia donde me esperaba la lujosa camioneta Mercedes Benz de color negro, estacionada a una distancia prudente y reglamentaria.

¡Lineamientos del aeropuerto!

Desde la distancia, observé que Paul estaba parado junto a la puerta, esperando mi llegada.

— Bienvenido de vuelta, señor —saludó Paul, abriéndome la puerta.

— Gracias, Paul —dije, y me adentré, deslizándome en el asiento trasero.

Mientras Paul se encargaba de mi equipaje, dejé caer mi cabeza hacia atrás, cerré los ojos y lo que vi fue el rostro de esa mujer. Comencé con sus ojos color avellana claro, que varían la pigmentación entre el verde y el marrón, y luego continué con sus labios rosados, un tanto finos, pero carnosos, tan delineados y provocadores. Su cara redonda es perfecta, con esa semi curva en el mentón que provoca una mordedura.

— ¿Por qué estoy pensando en ella y de esa forma? —exclamé, volviendo a mi postura anterior.

«¿Por qué mi cuerpo reacciona solo con pensarla?».

Las taquicardias que ahora siento en mi corazón, nunca las había sentido así por una mujer, y mucho menos por una que he visto solo una vez, o la erección oculta dentro de mi pantalón.

— ¿Decía algo, señor? —manifestó Paul.

No me había dado cuenta en qué momento ingresó al coche y tomó su lugar en el volante.

— Sí, llévame a mi townhouse —ordené en un tono más suave a mi chófer. Paul encendió el motor y lo puso en marcha.

— ¿Sabe qué es lo que quiere mi padre? —pregunté de repente—. Requiere de mi presencia en la casona. —Seguramente ya lo sabía, porque mi padre me puso a Paul para tenerme controlado.

«Lo que mi padre no sabe es que Paul es mi mano derecha y mi hombre de confianza».

— No, señor. No sé para qué lo solicita su padre —respondió—. Lo que sí he notado es que está un poco misterioso —anunció y me miró por el espejo retrovisor.

No sé qué trae mi padre. No es algo que me quite el sueño, pero sí algo a lo que le debo prestar un poco de atención.

— Dejemos las formalidades, Paul —le pedí—. ¿Hubo algún movimiento extraño en mi ausencia?

— No, joven Matthew —respondió con un meneo de cabeza en negación—, al menos que yo me haya enterado.

— Bien —dije después de un suspiro.

Todo se quedó en silencio después de una breve conversación.

Cruzamos las famosas calles del centro londinense, tomando la vía al conjunto residencial donde se encuentra mi townhouse, que está apartado del ruido de los motores y de las contaminaciones.

Mis pensamientos vagaron y llegué a la conclusión de que quiero información de la mujer del aeropuerto. ¡Algo en ella me despertó curiosidad!

«Es solo eso. Curiosidad».

El auto se detuvo frente a las verjas negras, mientras el sensor digitalizado escaneó el rostro de Paul, autorizando el paso automáticamente. El auto avanzó nuevamente, alejándose unos cuantos metros de la entrada principal y deteniéndose al frente de la doble puerta de roble, la entrada de mi residencia.

— Es todo por hoy —le hice saber—. Ordena que suban mi equipaje. Yo estaré en mi despacho atendiendo asuntos pendientes —dije y, enseguida, salí—. Puedes irte a descansar —cerré la puerta del coche.

Coloqué el dedo en el captador de huella. El "clic" de la cerradura cedió, permitiendo cruzar el umbral. Es un cálido recibimiento el de mi hogar, mi refugio, mi santuario, es donde puedo ser yo realmente, sin que nadie sepa cómo soy.

«Al menos que yo le dé entrada».

Llegué al despacho y, cerrando la puerta tras mí, caminé hacia el escritorio y lo rodeé para tomar asiento.

«¿Un trago de vino tinto antes de la cena no me vendría mal?», pensé.

— Vamos a ver —articulé después de poner el vaso sobre la mesa, acomodándome mejor en el asiento y abriendo la laptop.

— Alice Collins —deletreo en cada sílaba. El buscador mostró muchas caras, pero di con ella. Con la que topé en el aeropuerto.

— Aquí estás —murmuré—. A ver qué tienes de interesante, mujer.

— ¿Por qué, con tan solo unas horas, ya me tienes pensando en ti y también queriendo saber más sobre tus orígenes?

«Es como una fuerza invisible que me lleva automáticamente».

Alice Collins es la primogénita del gran magnate Damon Collins y su esposa Adel Manzkhet. Ella será la siguiente heredera del imperio de tecnología más grande de todo Londres y también una de las diez mejores del mundo, siendo la única hija en el matrimonio Collins. Manzkhet.

— ¿Es todo? —manifesté, dejándome caer en el respaldo de la silla y viendo que no tenía más información.

— ¿Es casada? ¿Tiene hijos? ¿Perro que le ladre? —bufé por la información incompleta. Me llevé la copa a la boca y me bebí el vino de un solo trago.

— Cálmate, Matthew —me dije a mí mismo a modo de regaño—. Aunque sea poco, tiene algo —me auto consuelo.

Dos toques en la puerta. Vi el pomo girarse y era Paul, quien asomó la cabeza.

— Pasaba por aquí, señor, y lo escuché exaltado —comentó con un poco de prevención.

— Estoy bien.

— Aprovecho para preguntar si usted va a cenar.

— Sí. Que sea ligero, por favor —exclamé—. Gracias por estar siempre pendiente.

— Buenas noches —dijo antes de cerrar la puerta. Volví a quedarme solo con la imagen de la rubia en la pantalla de la laptop.

— Nadie me había llamado tanto la atención desde aquella vez que vi, desde la zona VIP, a esa mujer que bailaba sobre la pista con tanta sensualidad.

«Nunca logré ver su rostro».

— ¿Cómo? Sí, en la oscuridad y su cabello no lo permitieron.

¡Sin mencionar que fui drogado!

FLASHBACK

Había aceptado la invitación del vicepresidente de la competencia, Mac Jackson. No es que seamos amigos, pero tampoco enemigos. Además, él asistió en representación de su jefe, ya que este se encontraba en un viaje de negocios.

En ese entonces, se rumoreaba en las prensas locales que teníamos una guerra de competencias.

«Literalmente sí, pero nadie tenía que saberlo».

Si algo tuvimos en común fue que la información no nos perjudicó como empresarios reconocidos en Londres. ¡Siempre han querido el primer lugar! Pero, evidentemente, mi empresa es la mejor. Aunque debemos guardar apariencias y credibilidad. Mi deber es conservar la paz y la fe de nuestros distribuidores y empresarios.

Mac Jackson ya estaba en la sala VIP con una botella de vodka y dos vasos sobre la mesa. Uno de estos estaba por la mitad y el otro, vacío.

— Un gusto saber que aceptaste la invitación —mencionó al verme. Mac extendió su mano y finalmente la acepté con un apretón firme. Luego, señaló el sofá de color marrón.

Asentí.

Sabíamos que la prensa me estaba siguiendo, así que esta también era una estrategia para demostrar que estaban equivocados.

— Digo lo mismo —manifesté cuando cruzaba las piernas.

— ¿Un trago? —ofreció, levantando el vaso vacío.

— Por favor —respondí con aceptación.

No lo perdí de vista en cada movimiento. Tomé el primero, luego vino el segundo, y me fui relajando con el tercero. Entre charlas triviales, malos chistes y risas cómplices, perdí la cuenta de los tragos, hasta el punto de distraerme con la mirada puesta en una figura delgada, con un vestido pegado a su cuerpo que marcaba sus curvas, pero que no dejaba ver su rostro por la oscuridad y su cabello revuelto.

— Otro, Vaughn —ofreció Mac Jackson.

— Sí —acepté sin voltear a ver, y después de ese trago, no sé qué pasó.

¡Ni cómo llegué hasta mi casa!

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP