Fiorela se quedó clavada en su sitio, ella estaba con el vestido roto, el cabello despeinado, y aunque era guapa, se veía muy desaliñada.
Eso y que el hombre que amaba le estaba diciendo en pocas palabras que no era nadie para él delante de todos los importantes invitados del banquete, la hacia ver deplorable.
— Alejandro, me estás hundiendo en sociedad, ¿De verdad eres tan cruel? ¿Te olvidaste de todo lo que vivimos juntos?
— Si, en mi presente solo está mi esposa, ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Sigue tu camino, no nos molestes más.
En ese momento el corazón de Florencia se hizo pedazos, el rencor y el odio entraron en el, ya no había vuelta atrás para ella.
— Está bien, tu lo quisiste así, no me culpes si después te parezco tan cruel como tú, Jeque Ali. — La mujer volvió al sanitario para componerse un poco su lamentable aspecto. Lágrimas de rabia corrieron por sus mejillas, no lo aceptaba, perder a Alejandro para siempre, no era una opción para ella. Simplemente n