El tercer Alfa entonces le puso cuidado al toque de las manitas de su sobrino, lentamente dió vuelta la cabeza hasta verlo de frente.
— Cachorro, no le vas a hacer daño al tío Massimo, ¿Cierto? Se bueno, se bueno. ¡Damiano, ven aquí rápido!
— ¿Qué pasa? Haces tanto escándalo de la nada.
— Ten, carga a tu cachorro. — El Alfa entregó al lobezno que además lloriqueó porque su tío lo estaba abandonando. — ¿Cuándo pensabas decirme que tenía una granada en los brazos? ¿Qué pasa si me hace explotar a mi también? ¡Pareciera que no te importa tu hermano menor! ¿Qué tal si me asesina?
— No lo creí necesario, ustedes se llevan bien, mira a Dante, quiere regresar contigo, no deberías tener prejuicios sobre él, puedo asegurarte que no va a hacernos daño a su propia sangre, me lo demostró en la batalla, él lleva la sangre Gambino, y aunque sea pequeño sé que lo sabe.
— Carajo, me pones en un aprieto, si se enfada y hace berrinche puede explotarme, yo todavía no encuentro a mi luna, ni he