El rey de los vampiros tendría que armarse de mucha paciencia, el detalle era que no tenía nada, pero si echaba a los lobos, el faraón y al ruso, su reina lo echaba también de la habitación conyugal.
— Vampiro, tendrás que aumentar el super, nosotros los lobos comemos mucha carne, y que sea de primera calidad, le pediré a mi mayordomo que te pase una lista para que la surtan de inmediato.
— ¿Algo más, Alfa? Digo, no queremos que se pase nada, ¿Alguna marca de papel higiénico en especial que quieran?
El vampiro preguntaba con sarcasmo.
— Claro, te lo especificarán en la lista, nosotros solemos comer muchos bocadillos, la nevera siempre tiene que estar llena.
— Por supuesto que sí cuñado, se hará lo que sea para que todos estén cómodos en la villa.
Elizabeth todavía no salía de su asombro.
— Todavía me cuesta creer que vinieras, dijiste que no ibas a vivir en la misma casa que un vampiro.
— Lo sé, pero tú estás aquí, no es como si yo fuera a estar lejos de ti. Tu e