Un hijo perdido en el mundo.
El impacto al ver al niño fue semejante a que le hubieran caído cien rayos, ya que el bello bebé era exactamente igual a él.
Darío no entendía nada, esa mujer... ¿Por qué ella no se lo dijo?
— Dilan, mira, él es... Darío, un amigo de mamá, saludalo.
El pequeño estiró la mano, no estaba tan seguro de querer saludar al invitado, pero se sentía muy curioso desde que vió su cara.
El vampiro no iba a dejar al niño con la mano estirada, así que tomó su mano. Solo que al hacerlo, las escenas de cuando lo hizo, su gestación, y cuando llegó al mundo, pasaron por su cabeza como flashes.
— Por el infierno, este niño...
— ¿Qué pasa, Darío? Estabas más pálido que antes, ¿Acaso es por qué no te gustan los niños?. — Preguntaba la bella mujer.
El rubio cambiaba su mirada de ella al niño, no podía creer lo que estaba pasando, tampoco podía creer que la mujer no se diera cuenta.
— Vivian, ¿Acaso no lo ves? El niño... Míralo bien, ¿A quien se parece?
La ojiverde bajó su vista, ob