Un Alfa Gambino encuentra a su luna.
Por lo general el servicio que servía a los castillos de los reyes licántropos, eran tratados de buena forma, eso a excepción del servicio del Alfa Marino.
Las doncellas que trabajaban para él y su luna, no eran bien tratadas, además de que solía abusar de las más bellas, y por el momento solo una de ellas había salvado de que la violara, se enfrentó a él como pudo, pero el Alfa le había hecho daño, la había mandado al calabozo, y ahí la habían anotado sin piedad.
La mirada miel clara que se asemejaba a la de un felino de grandes ojos de Yara, de pronto fue interceptada por los oscuros ojos del fornido Alfa Marino. Él la observó con desdén, si ella estaba pensando que se le escaparía por siempre, se estaba equivocando.
Yara sintió terror al instante, quería escapar pero si el Alfa la encontraba la iba a asesinar.
Las bellas lunas ya se encontraban en el salón, lo que aprovechó Yara para ir a uno de los jardines a tomar un poco de aire, más de pronto un aroma a tabaco llegó a su