El faraón muestra su poder.
La órden de los enemigos ya estaba dada. Debían atacarlos con sus mejores armamentos, nadie podía sobrevivir, los hermanos Gambino debían perder su poder.
Más mafiosos fueron acercándose con armas de alto calibre, granadas, bazucas, estaban listas para destrozar la mansión, poco les importaba quienes estaban dentro, si había niños o mujeres inocentes.
Más de pronto el apuesto Faraón, encaminó los pasos hacia la salida de la villa, al detenerse abrió los brazos y las manos, increíblemente se comenzó a formar una tormenta de arena desde cero.
Al principio era solamente aire con un poco de arena, después el aire se volvió más denso.
— Lobos, corran a las habitaciones de arriba, cierren bien las puertas, y no salgan hasta que todo termine. — Se escuchó fuerte la voz del egipcio, decir.
— ¡Carajo, esto se está descontrolando, es arena lo que hay en el viento, y golpea con mucha fuerza! — Se escuchaba decir al segundo Alfa mientras se apresuraba a resguardarse, con su luna y su