—¡Eres tan j0didamente hermosa! —exclamó Bastiaan, mientras se quitaba los zapatos, y pantalones, y quedaba solo en bóxer. A Cara se le secó la boca al darse cuenta de como se veía aquel bulto de carne dentro de aquella prenda de algodón. —Al menos sé que te gusta lo ves —él soltó una risita traviesa.De la boca de la joven no salía todavía palabra alguna, puesto que dentro de su cuerpo un mar de emociones amenazaba con formar un tsunami. Estaba temblando de anticipación, apretaba los puños clavándose las uñas, para no extender su brazo y tocarlo. Sus pechos estaban tan duros que dolían, y en su vientre algo grande se avecinaba. Puesto que su útero palpitaba al compás de su corazón, mientras su s3x0 comenzaba a empaparse. Estaba segura de que si abría las piernas un poco más, Bastiaan vería la prueba de su necesidad por él. —Sería una tonta para no hacerlo —replicó. Le gustaba esa nueva versión de Cara, era como si la viera de nuevo por primera vez. —Entonces, dejemos de jugar al
La idea de que le hubiera causado algún daño la hizo sentir horrible, más cuando lo vio cerrar los ojos, y contener durante unos segundo la respiración, como si estuviera soportando algún tipo de dolor. —¿Estás bien? —Cara no pudo evitar preguntar mordiéndose el labio inferior. Bastiaan abrió los ojos de golpe y la dejó su mirada fija en ella durante unos segundos. Era como si hubiera caído en trance, porque pudo jurar que todo alrededor desapareció, solo eran los dos, un hombre y una mujer dentro de una burbuja de deseo, pasión y lujuria. En ese momento llegó a su cabeza el recuerdo de las palabras de Rafaela en Seúl:—Si Bastiaan regresara, y te pediera perdón, ¿lo perdonarías?—De inmediato —no dudó en contestar—¿Después de todo lo te hizo, Cara? —Sí, porque creo que hablando todo se puede solucionar. «Perdí mi tiempo alejada de él», pensó. —Me siento formidable, cada vez que me tocas, siento alivio. No pares, por favor —su voz tenía una súplica silenciosa. Cara se detuvo d
Sus palabras hicieron que el deseo corriera por sus venas como la pólvora al ser encendida, sus ojos nunca la abandonaron, lo que hizo que su la sensación de sus caricias fuera más intensa. Lo escuchó suspirar como si estuviera conteniéndose de alguna manera, Cara lo notaba en lo tenso que estaba su cuerpo. —Necesito… probarte ahora mismo —le pidió. Bastiaan no la dejó pensar, la conocía y sabía que ella lo hacía de más y podía en un segundo alejarse de él y no estaba preparado para hacerlo, al menos no por el momento. Separó los pliegues de su sexo, de una manera suave y delicada, no sin antes besarlos. Introdujo un dedo en su interior. Se sorprendió al sentirla tan apretada, aquello era una delicia. Para Cara fue inevitable arquear la espalda, para impulsar sus caderas en busca de más. La invasión era exquisita, pero sentía que necesitaba un poco más. —¡Oh, Bash! —jadeó en el segundo en que él introdujo un segundo dedo, porque ella estaba a punto de pedirle más. —¡J0d3r, Cara!
Un suave gemido de placer, y un gruñido de satisfacción hizo eco en la habitación cuando sus cuerpos terminaron de alinearse y se sincronizaron, haciendo que Bastiaan se enterrara hasta la empuñadura dentro de su feminidad, un gruñido ronco se escapó de sus labios. Porque lo que estaba sintiendo le parecía un poco posible. —¡J0d3er, Cara! Estás tan apretada —le susurró al oído con voz gutural—. Ahora que me diste la oportunidad, no la desaprovecharé. —¡Oh, Bash! —jadeó con la respiración entrecortada, aquello era demasiado para ella.—Esto es mejor de lo que soñé, ya es un hecho, te estoy haciendo mía —manifestó con los dientes apretados. Ante aquellas palabras llenas de determinación y erotismo, Cara sintió que su s3x0 se desbordaba con su humedad una vez más, y que la necesidad de ser poseía por él volvía a crecer como las olas del mar. Durante unos segundos se quedó inmóvil, puesto que al darse cuenta de la manera en que la estaba embistiendo, no solo estaban calmando las ganas
Él pensaba que las ganas de poseer a Cara desaparecerían un poco cuando se hundiera en dentro de su cuerpo —grave error—, porque eso no sucedió. Quería ir despacio, estaba tan exquisitamente apretada. Al punto que quería aullar como un hombre de las cavernas, puesto que su lado egocéntrico y machista comprobó de que ningún otro había estado de la misma forma con ella. Apretó los dientes de solo imaginárselo. Quería ir despacio, para que se acostumbrara a su invasión, a su tamaño, a su grosor. Ya que su misión en ese momento era ser el único dueño de su placer, con el dedo pulgar comenzó a acariciar su clítoris hinchado, al mismo tiempo que mordisqueaba sus pezones duros como botones. Todo sin dejar de hundirse cada vez más profundo en su s3x0. Era un j0did0 egoísta por el hecho de que su intención era llevarla tan la llevaba cada vez a un nivel más alto. Uno que le recordara quién era el único hombre que podía hacerla sentir de esa forma. Cara sentía que estaba siendo arrastrada por
═∘◦✧◦∘═El día de Cara no pudo haber empezado peor, había tenido una discusión con su novio de toda la vida, Walter. Por cuestiones de dinero, no había pagado la renta del departamento en donde vivían, y el casero les pidió que desalojaran.—El éxito de hoy te lo debo a ti —expresó Astrid, con una sonrisa, mientras miraba su laptop y con cara de ilusión agregó: —Tenemos pedidos, para unos dos meses, esto es simplemente magnífico. En el instante en el cual Cara iba a contestarle, su teléfono celular comenzó a sonar. No tuvo necesidad de mirar el identificador de llamadas, pues sabía que era Walter. —La persona es insistente —comentó Astrid, frunciendo el ceño. —Puede ser —se encogió de hombros—, realmente no me importa mucho. Puso el aparato encima del escritorio, pero después este comenzó de nuevo a sonar. “Número desconocido”.—Diga.—Buenas tardes, señorita Wanke le habla Carlos Rodríguez. Subgeren
═∘◦✧◦∘═Bastiaan Karagiannis, se aflojó el nudo de su corbata, mientras le daba un trago a su fino whisky. Estaba agotado, había pasado el día entre vuelos y reuniones. Cuatro inversionistas querían tener negocios con él. Parecían ser buenos en lo que hacía y sobre todo estables, pero solo una de ellas no le dio buena espina. Ernesto Samper, y su impaciente asistente Walter Johnson. Este último parecía ser de las personas que no les importaba hacer cualquier cosa por dinero. Sin embargo; iba a arriesgarse, porque Soluciones y Proyectos, Inc. Era la única de todas las empresas de las que había entrevistado, que por alguna extraña razón cumplía con los requisitos y normativas que solicitaba. Además, tenía un curriculum empresarial impecable, algo que le pareció completamente sospechoso. Cerró los ojos porque en ese instante la voz por los parlantes de su avión le indicaba que despegarían en cinco minutos.
═∘◦✧◦∘═Un silencio que pareció una eternidad se hizo presente. —Raissa fue a New York de compras, le alenté a que te diera una sorpresa —soltó una risita de niña traviesa—. Espero que hayan logrado verse, me gusta que te relaciones con ella. —¡Eres única, mamá! —exclamó exasperado— ¡Entre Raissa y yo no existe ninguna relación!—Por tu tono de voz, creo que te molestó mi comentario —la mujer inquirió de manera firme—. Sabes bien que no me importa, quiero que sientes cabeza de una vez por todas, y ver corriendo a mis nietos por toda la casa. —Eso será cuando llegue el momento, y yo decidiré con quién.—No me hables en ese tono, Bash —le regañó—. Recuerda que soy tu madre, y solo quiero lo mejor para ti. La familia Vlachos, es una de las más ricas e influyentes de Grecia.—¿Y crees que eso me importa? No me trates como a un chico, soy lo suficientemente mayor como para hacer mi propio dinero. —Soy tu madre, a