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El caos de la gala nos siguió hasta la sala de urgencias. Los paramédicos se llevaron a Alejandro, prometiendo que solo eran unos cuantos puntos de sutura. Yo me quedé en la sala de espera.
Mi mente repetía un patrón cruel: Al parecer, cada vez que algo me salía bien, tenía Isabela que terminar en el hospital. El anuncio de mi nuevo poder, la humillación de mis enemigos... siempre terminaba aquí. Aunque esta vez, no era solo Isabela, ya que Alejandro también estaba siendo tratado.
Yo quería ir a donde él estaba y preguntar por su bienestar, asegurarme de que el "corte superficial" no era más grave, pero incluso con mi posición actual sé que debía quedarme junto a Isabela.
Mi familia y yo fuimos encerrados en una sala de espera privada para evitar el acoso. Desde la ventana, era evidente cómo los medios de comunicación se volvieron locos con lo ocurrido. Decenas de cámaras y reporteros se agolpaban en la entrada.
Solo pudieron ver el final de la escena: a Mónica siendo llevada a rastra