- Por supuesto. Estaré encantado de enseñarte mi cocina y al hacedor de milagros que hay en ella. - Sonrió, enganchando su brazo en el mío.
- Tío Gabe, ¿me acompañas a la sala de Lego?
- ¡Legos! - Gabe se alegró - ¿He dicho ya que me encanta montar Legos?
Entré en la cocina con Aneliese, que me presentó a su cocinera. El olor a buena comida flotaba en el aire, haciéndome la boca agua. Mientras elegía los platos para la mesa, le pregunté:
- ¿Se encuentra bien?
- Sí... ¿Por qué no iba a estarlo? - Sonrió.
- Está más delgada... Y pálida.
- Trabajé duro... En el viaje.
- ¿Adónde has ido?
- Estados Unidos.
- ¿En qué trabaja?
- Fui... A ayudar a Rowan a cerrar un trato... En el mercado de valores.
Cualquier cosa que me dijera sobre la bolsa me la creería, ya que yo no sabía nada al respecto.
¡Me dieron ganas de decir lo hijo de puta que era Rowan! ¿Pero ella no lo sabía? Había vivido con él tantos años. ¿Podría ser engañada? ¿Lo amaba?
- ¿Me invitaste porque Gabe te lo pidió? - pregunté.
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