Sentir la lengua de Olivia en la mía fue como una dosis mortal de veneno... Veneno para el alma. Esa mujer podía hacer que cada gota de mi sangre se moviera por ella, que cada latido de mi corazón sucediera por ella.
Tiré de ella por la cintura, que noté más delgada, y la acerqué a mí, haciendo que nuestros cuerpos se convirtieran en uno solo. Mi polla simplemente cobró vida propia, lo que ya sabía que ocurría siempre que se acercaba a su dueño.
No sabía dónde tocarla: la cintura, para mantenerla cerca de mí, el culo, para satisfacer el anhelo de tanto tiempo, la espalda, ya que me encantaba sentir su cicatriz, que me daba la certeza de que no volvería a ocurrir, porque ella estaba conmigo... Al final, decidí hacerlo todo a la vez: apreté su culo, sintiendo la piel de gallina bajo la fina tela del vestido de tul, y luego subí por su espalda, alisándola.
Cuando llegué a su nuca, la apreté, profundizando nuestro beso violento, agresivo y totalmente apasionado. Me devoró como si llevara