Olivia se metió toda mi polla en la boca, obligándome a soltar un gemido que no pude contener, casi un grito. No tuve que forzarme dentro de ella, ya que se limitó a reclinar la cabeza contra la pared, esperando a que le follara su boquita caliente, perfecta, del tamaño exacto de mi polla, o mejor dicho, cualquiera que la viera desde fuera no creería que pudiera caber dentro de ella, pero hice que entrara, ni que le llegara a la garganta.
La agarré del pelo y me introduje en su cálida y tentadora cavidad. Mi polla no duraría mucho. Así que le follé la boca con fuerza, como a ella le gustaba, hasta que se le humedecieron los ojos. Cuando Olivia se dio cuenta de que me iba a correr, sabiendo exactamente cuándo y cómo ocurriría, me apartó y sacó la lengua, recogiendo todo mi semen caliente mientras me miraba como la buena puta que era, que me volvía loco dentro y fuera de la cama, que se apoderaba de mi corazón, mi cerebro, mi cuerpo y mi alma.
Esperó a que soltara la última gota, mientr