Todavía estaba tumbada en la cama intentando deshacerme de las bragas cuando Gabe, completamente desnudo, tiró de mí hacia él por las piernas, rasgando la única tela que aún me cubría. De pie, me acarició los pechos sin prisas, haciéndome rodar sobre los colchones, suplicando por su boca.
- ¡Bésalos, Gabe! - pregunté con voz llorosa.
Pero lo que Gabe hizo fue apretarme los pezones con tanta fuerza que casi grité, sin saber si era dolor o placer. Supongo que esa noche no probaría su lengua.
- No sabes chupar... ¿O querías hacerme daño? - Preguntó con sus ojos clavados en los míos, tirando con fuerza de mi pelo, obligándome a mirarle fijamente.
- No sé... - Confesé.
- ¡Mentiroso! - Me apretó los muslos con fuerza, sus dedos penetraron en mi piel, aprovechando ese movimiento para acercarme aún más a él, hasta el punto de que mis piernas se despegaron del colchón y mis pies casi tocaron el suelo.
- Quiero besarle...
- No.
- ¿Ni siquiera dejas de decir "no"? - Sonreí.
Gabe me apretó el cue