- Una cosa llevó a la otra, Gabe. Prefiero pensar que si Mónica no hubiera mentido y el accidente no hubiera ocurrido, nunca habrías considerado la posibilidad de vengarte un día de un tal Ernest Abertton, utilizando a su hija bastarda como forma de hacerle daño... Y entonces no nos habríamos conocido... - Sonreí.
- Y el vaso nunca estaría medio lleno - besó mis labios dulce y suavemente, haciéndome saborear sus lágrimas - Porque desde que nací siempre ha estado medio vacío.
- Soy tu vaso medio lleno. - Sonríe.
- No, eres mucho más que eso, chuchu... Has desbordado mi vaso... Y nunca más estará "medio lleno", porque tú estás lleno, entero, completo.
- Ni insípido, ni inodoro, ni insignificante. - Me burlé.
Gabe sacó una foto impresa del bolsillo y me la enseñó. Era de él y Mónica, seguramente de viaje en algún lugar donde estuviera nevando, ya que al fondo se veían las montañas heladas.
- Sólo conservo una foto de ella.
- I... Confieso que nunca me gustó. Ahora... ¿Puedo finalmente od