Des « I » à l'infini

- ¡Quítate este puto reloj! - me ordenó cuando se dio cuenta de que llevaba un en la muñecaPatek Phillippe .

No me lo pensé dos veces y tiré el reloj al suelo, con la alfombra impidiendo que se rompiera.

La cara de mi mujer brillaba de lo mucho que la había limpiado (o untado con mi propio semen).

- ¡Dame la espalda! - Mi voz era altiva, como a ella le gustaba.

Olivia era una dominatrix fuera de la cama. Pero le gustaba ser totalmente dominada y yo, desde luego, nunca lo entendería. Sin embargo, para mí era fácil satisfacerla sexualmente, ya que mi instinto era dominar en todos los sentidos.

Tener sexo con Mónica nunca fue malo. Al contrario, era demasiado bueno. Y ella daba una mamada como nadie. Pero Chuchu me hizo olvidar lo que era tener sexo con otras mujeres, incluso con la que amaba. Desde que me la follé por primera vez, supe que sería una adicción de la que nunca me recuperaría. Y cada vez que teníamos sexo era una experiencia diferente. Mi esposa era el tipo de mujer que har
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