CAPÍTULO 81: NO ME VOY
Elena
El reloj digital del microondas parpadea 9:37 p. m., 9:38 p. m., 9:39 p. m., como una burla. El departamento se siente realmente vacío, pues Jacob me aseguró que vendría y aun no hay ni señales de que se aparezca.
Camino de la sala al dormitorio y de regreso con el teléfono en la mano. No lo llamo porque odio la idea de sonar desesperada, pero lo estoy. Me duele el pecho como si me hubiera tragado un puño.
Tardo en admitirlo, pero me estoy volviendo loca. Arturo me dice “tranquila”, pero no puedo. Jacob dijo que iría a hablar con su madre y que después vendría, pero ya es de noche y no aparece.
Me asomo a la ventana, veo autos y luces, pero ninguna es de él. Nada me calma. Pienso en los niños, en mis tíos, en Margaret en el hospital y en Sonya. Sé de lo que es capaz.
—Me voy —digo al fin, abriendo la puerta.
Arturo está afuera, de guardia. Endurece la mandíbula.
—La indicación es esperar aquí.
—No voy a esperar más, voy a la mansión. Si pasó algo, lo sabré