Capitulo 48

El coche serpenteó por el último tramo del camino de tierra, revelando la casa de la abuela Asper: una estructura amplia de madera y piedra, con grandes ventanales que capturaban las primeras luces del atardecer sobre las colinas. Un silencio sereno, roto solo por el canto de los pájaros y el leve llanto de Mateo Benjamín desde el asiento trasero, envolvió el lugar. Era exactamente lo prometido: un refugio.

Mientras Owen y Jacob descargaban los coches con la eficiencia de un equipo militar (aunque tropezando con bolsas de pañales), y la abuela Asper revoloteaba dando indicaciones sobre dónde poner cada cosa ("¡La cuna de viaje en la habitación principal! ¡Los biberones en la cocina, al fondo a la izquierda!"), Mary ayudó a Isabella a sentarse en un amplio sofá de la sala, con Lucía Emilia dormida en su regazo.

Mary Suspirando, mirando su reloj con pesar

—Bella... tengo que irme. El vuelo de regreso sale en tres horas, y Leo...—mientras le ayudaba a terminar de acomodar a la niña — ..
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