Salvador
Este momento debería ser glorioso.
Finalmente, tengo a la ladrona y estafadora de Marina Del Valle bajo mi techo, donde puedo vigilarla de cerca mientras mis abogados terminan de hundirla.
Aquí no tiene escapatoria.
Me reclino en la silla del comedor, disfrutando del ambiente. El aroma del vino en mi copa es exquisito, y el silencio de la casa solo se interrumpe por la suave música de fondo.
Renata está sentada a mi lado, con su perfecta manicura descansando sobre la mesa. Sin embargo, su postura es rígida. Sigue sin estar de acuerdo con esto.
—No me gusta que esté aquí —dice, entrelazando sus dedos—. Sigo sin entender por qué simplemente no la mandaste directo a la cárcel.
Renata lleva siendo mi prometida desde hace dos años y aunque sé que la demora para casarnos no le ha gustado. Siempre me ha apoyado.
Eso es algo que me encanta. No me cuestiona.
Tomo su mano con calma y la acaricio con el pulgar.
—No te preocupes, esto no será para siempre. Solo quiero tenerla cerca hasta