Samantha:
Actualidad...
Tres años viviendo en Bélgica, aún no sabía si era bueno o malo seguir aquí.
Intenté con todas mis fuerzas adaptarme a esta nueva vida que tenía en este país del cual no sabía nada. La señora Dora, nos enseñó un poco del idioma de este país aunque ya lo puedo hablar muy fluido, no lo uso, siempre hablo en inglés para sentirme más cómoda.
Michelle trabaja en una tienda de ropa desde hace un año y medio, yo por mi lado, trabajo en una biblioteca desde hace unos meses de los cuales por fin salí de aquel departamento.
Me aisle por completo del mundo, no quería salir para nada de aquel lugar ya que siempre me sentía desprotegida, me daba miedo salir, conocer nuevos lugares y personas. Todo me causaba mucho pánico y sinceramente preferí quedarme encerrada en el departamento. Hace un año intenté suicidarme porque no podía con el peso que estaba sobre mis hombros, las incontables pesadillas que me atormentaban todas las noches, la falta de sueño, de hambre, me estaba muriendo en vida, todos los días me miraba en el espejo y lloraba por como lucia, lloraba de frustración porque Michelle siempre me consolaba, me prestaba su hombro para llorar en paz, pero eso era lo menos que tenía, paz, porque siempre vivía atormentada recordando todo lo que viví dentro de ese sótano.
Tomé la decisión de irme por mi propia cuenta, ya no quería que Michelle perdiera su juventud y vida por cuidar a alguien como yo, así que tomé el frasco de pastillas para dormir y las tome con un vaso de Whisky que le robe a la señora Dora de su alacena, solo cerré los ojos y sentí como mi cuerpo se sentía más liviano, al fin moriría pero Michelle me encontró frustrando mi muerte, estuve en el hospital por días y no mejoraba, dejé de hablar por un tiempo, ya que para mí las palabras no tenían sentido, Michelle me buscó ayuda psicológica y la acepté solo para darle el gusto porque no me sentía preparada para hablar mis cosas con una desconocida, así que con el tiempo, me iba dando cuenta de que en serio necesitaba ayuda, poco a poco mejore y hasta ahora creo que estoy bien.
Salí del hueco de donde estaba y poco a poco fui saliendo a conocer un poco la ciudad, aunque para ser sincera, solo conozco el parque. No quiero estar rodeada de tantas personas, por eso decidí trabajar en una biblioteca, aquí es silencioso y tranquilo, puedo leer a gusto en mis tiempos libres y además de que está cerca de departamento.
Hace poco Michelle me contó que está saliendo con alguien, un chico llamado Ian McAllen, según ella es un buen chico, la verdad no lo conozco, Michelle ha intentado que lo vea, pero es imposible, le tengo mucho asco a los hombres, no puedo verlos porque me causan miedo o pavor, ella me ha dicho millones de veces que todos no son iguales, puede que tenga razón pero por ahora, no quiero confiar en ninguno. Aunque por un lado, quisiera conocerlo, para saber si es un buen chico para mí hermana, no quisiera que saliera lastimada.
Ya era hora de la salida, mi horario había terminado y eran más o menos las siete de la noche, mi jefa June, estaba cerrando la biblioteca.
—Nos vemos mañana Samantha — me sonrió—, que tengas buenas noches.
—Adiós June.
Ella se subió a su bicicleta y yo me fui a pie hasta el departamento, June es una buena persona, siempre anda sonriendo y soltando brillos de colores por todos lados, a veces la envidio un poco porque me gustaría poder sonreír un poco, ser más optimista pero no, no puedo hacerlo, Yo dejé de sonreír hace muchos años.
Caminando un poco por las calles de Amberes, podía apreciar un poco lo que eran las estructuras de las calles y casas, todo era tan hermoso y colonial, muy de mi gusto. A pesar de que no me gusta Bélgica, estoy tranquila viviendo aquí.
Cada vez que estoy por llegar al departamento, se cruza en mi camino Bull, aun no se cómo se llama, pero se que le dicen así porque es enorme, siempre está con sus amigos fumando cigarrillos en las calles y molestando a las chicas que pasan por ahí, cada vez que lo veo o paso por ahí, empieza a decirme cosas horribles. Lo peor de todo es que no podía tomar otro camino porque llegaría más tarde al departamento y odio estar tan tarde en las calles.
—Que bonita estás hoy Samantha —sonrió— ¿Cuando me aceptarás un café?
Decidí ignorarlo, cómo hago siempre, es muy tedioso decirle todo el tiempo que no me interesa, no deseo hablar con el, no quiero ni siquiera acercarme a el, pero el no sabe lo que significa la palabra "No"
—Hey bonita ¿A dónde vas? —uno de ellos se posó frente a mi.
—Permiso —lo miré mal.
Tenía que mantener la compostura ante ellos.
—No pequeña —Bull me tomó del brazo— hoy no irás a ningún lado, ya estoy harto de que te hagas la santa, seguramente eres una perra que se hace la interesante para que las pollas la persigan.
—Suéltame —intenté zafarme pero no funcionó.
El pánico empezó a crecer en mi y el asco que sentía cuando el me sostenía del brazo, simplemente no quería que me tocara.
—Vamos zorrita americana —rió otro chico— te deben entrar varias pollas a la vez ¿Que dicen? ¿Lo comprobamos?
Bull me llevo a rastras hasta el callejón, me tapó la boca para que no gritara, me tiró contra el suelo y se subió encima de mi para romper mi ropa. Mi boca seguía tapada por el otro chico y mis manos las sostenía el otro, mientras que uno, tenía un teléfono grabando. Bull rompió mi sueter y camisa dejando mi brasler al descubierto.
—Que piel tan blanca —sonrió—, hoy sabrás lo que es un verdadero hombre —todos reían—, debiste aceptar el café, esto es tu culpa, por ser una engreída.
Mis lágrimas empezaron a caer, solo me tocaba cerrar los ojos y esperar que hiciera lo que quería conmigo, no podía defenderme, ellos eran más que yo y mucho más grandes. Las risas de aquellos chicos resonaban en mis oídos y las arcadas que tenía empezaron a salir.
—¿Qué crees que haces? —se escuchó la voz de un hombre.
Bull de detuvo abruptamente al escuchar esa voz, los demás chicos me soltaron y de inmediato me levanté y empecé a cubrirme.
—D-Dragón, solo... Solo nos divertíamos con esta prostituta —Bull balbuceaba nervioso.
—Eso no es lo que estaban viendo mis ojos, era más que obvio que ustedes querían abusar de la chica-
La voz de ese hombre salía tan tranquila, no podía verlo porque estaba muy oscuro, pero su altura era impresionante.
—Ustedes saben que en mi territorio, no acepto las violaciones, saben muy bien que en el clan del Dragón jamás se lastima a una mujer, niño o anciano, esa una regla importante ¿Lo olvidaron? —ninguno decía nada—. Ahora por su imprudencia, les voy a cortar cada uno de sus dedos y lo que les cuelga de las piernas.
Escucharlo hablar así me causaba escalofríos, porque lo decía como si eso fuese lo más normal del mundo, en el medio de la oscuridad se podía ver su traje color negro y guantes del mismo color, pero no lograba ver su rostro.
—Llevenselos.
Le ordenó a los hombres que estaban detrás de el, todos los chicos empezaron a gritar y pedir perdón pero fue en vano, a todos los habían subido a una van color negra. Luego aquel hombre intentó acercarse, cuando lo hizo, se agachó a mi altura, pero aún así, no podía ver su rostro.
—Vete a casa, yo me encargaré de que ellos jamás te vuelvan a molestar.
Sin perder tiempo me levanté y salí corriendo de aquel callejón en medio del llanto, corrí hasta llegar al departamento, con las manos temblando abrí la puerta y pude ver qué Michelle aun no había llegado, caminé rápidamente a mi habitación y me quité lo quedaba de mi ropa, la Eché a la basura y me metí al baño para empezar a bañarme y quitarme esta horrible sensación de las manos de ellos sobre mi cuerpo.
—Otra vez no —sollocé—, Dios mío que asco... —me tapé la cara con las manos y solté mi llanto.
Me sentía sucia, ésta sensación jamás se me va a ir, esta cicatriz jamás se me va a borrar.