Epílogo.
Años después.
Drago:
Todos los presentes en el restaurante aplaudían emocionados por el espectáculo que acababa de pasar, yo estaba tratando de procesarlo y luchando contra mi instinto de querer asesinarlo en este maldito momento.
—Drago ¿podrías dejar de ver al pobre hombre asi? —Samantha me susurró.
—Me importa una mierda si se incomoda ¿como puede venir asi como asi a llevarse a mi hija?
—Drago, Danna tiene veinticinco años ya —me miro mal—, es normal que quiera casarse. Está enamorada.
Enamorada.
Palabra que resonaba en mis oídos como si fuesen clavos. Quería asesinar a ese sujeto, degollarlo y enterrarlo o dárselo de comer a los perros, pero no, tenía que controlarme para no arruinar la felicidad de mi hija.
Mi Danna va a casarse, mi pequeña.
Siento que fue ayer que la tenía durmiendo entre mis brazos, ahora va a casarse.
Samantha cree que ese tipo está a la altura de mi hija, pero creo que nadie, absolutamente nadie está a la altura de mi princesa, ningún sujeto la mere