Samantha.
Dos semanas después.
Dos semanas en los que he pasado encerrada en este departamento pero sobretodo en mi habitación, hablé con June diciéndole que no trabajaría más en la biblioteca porque estaba enferma, no sé si me habrá creído pero... Me dijo que estaba bien que si quería regresar, la vacante estaba disponible, aunque a estas alturas del partido, seguramente ya tenía a alguien más trabajando con ella.
Mis dos semanas han Sido un total caos, las pesadillas han vuelto, las ganas de dormir, no comer nada en uno o dos días. Cada día me miraba en el espejo y me preguntaba del porque seguía en este mundo, porque la vida se empeñaba en retenerme aquí cuando yo estaba sufriendo en vida, no sabía que día era, que hora era, solo esperaba pacientemente que llegara la noche para dormir y olvidarme de mi maldita realidad.
Michelle no ha venido a verme estas dos semanas, siempre la escucho entrar y salir del departamento, las pocas veces que la veo es cuándo ya está saliendo bien arreglada y con una sonrisa en su rostro, se muy bien que sale a bailar y divertirse con su novio, no me molesta que lo haga, ella es libre de hacer.con su vida lo que quiere, pero me gustaría mucho que al menos me preguntara cómo estoy o si estoy bien, si he comido o enfermado.
Se que ella no tiene ningún tipo de responsabilidad conmigo, pero al menos me gustaría que estuviese conmigo en mis días malos.
Hoy decidí comer un poco, solo me apetecía comer cereal, nada más entraba a mi estómago porque de inmediato quería vomitarlo, no estaba asimilando para nada la comida. Escuché la puerta ser abierta por Michelle que venía junto con un chico, de inmediato mis alarmas se encendieron y me paralicé por completo al verlo.
—Oh estás aquí —sonrió de manera irónica—, al fin decidiste salir de ese agujero —rió—, Ian te presento a mi hermana Samantha.
Entonces este chico era su novio, era alto y rubio con ojos azules, vestía en un traje que seguramente valía más que este departamento.
—Un gusto Samantha —sonrió un poco avergonzado.
Al menos es un poco educado.
—Igualmente Ian —el asintió y agradecí tanto que no extendiera su mano, no me gusta el contacto físico y menos con hombres. Decidí ignorar lo que estaban haciendo en la sala porque en vez de irse a su habitación, ella estaba sentada encima de el, por supuesto que el se incomodó y la bajó de el con cuidado.
—Michelle, no debemos hacer esto aquí —lo escuché murmurar.
—Ignorala ¿Si? Ya pronto se vuelve a encerrar y no sale en días.
Su comentario me incomodó mucho y por supuesto que a él también, tomé la taza con el cereal y me encerré de nuevo en mi habitación, poco después escuché una pequeña discusión entre ellos, pero Michelle era la que estaba más alterada, luego de eso escuché la puerta abrirse y cerrarse, entró Michelle molesta a mi habitación.
—Haz pasado dos malditas semanas encerrada en esta habitación y sales justamente cuando vengo con mi novio aquí —me miró mal—, no debiste salir.
—Estaba tratando de comer —seguí en mi cereal— Lo siento Michelle, además no sabía que vendrías con el, pudiste haberme avisado que el estaría aquí y no hubiese salido.
—Ahora si decidiste comer —detuve mi acción—, cuando yo soy la que he estado pagando por la comida, servicios y alquiler, dejaste el trabajo y aun no me has dicho del porqué.. Ya me está hartando está situación Samantha, tienes que salir de este lugar ¡Mírate! —me señaló— Estás pálida, flaca, ojerosa, ese cabello sin brillo y esa... Ropa holgada que no te sienta bien ¿Hasta cuándo seguirás así?
Dejé la taza de cereal a la mitad, lo coloqué en la mesa y me levanté de a poco.
—Lamento tanto que estés pagando todo lo que he consumido Michelle —murmuré sin mirarla—, lamento tener depresión y ansiedad, lamento tanto haberme sacrificado estos años solo para que jamás te hicieran daño...
—¿A caso te lo pedí? —alzó un poco la voz—, jamás te pedí que hicieras tal cosa por mi Samantha.
—Si a ti, te hubiesen lastimado o tratado de la misma forma que me trataron a mi, estarías igual que yo... Tu misma viste como esos hombres me violaban y golpeaban para satisfacerse, los abortos que me hice, las incontables palizas que me daban solo por pedir agua.. —mi voz salía tranquila—, tu más que nadie sabe todo lo que he pasado, todo lo hice porque eres mi hermana, por protegerte, porque lo que me sucedió, no sé lo deseo a nadie y está bien, te agradezco todo lo que hiciste por mi en ese entonces, curar mis heridas, darme de comer y darme agua aunque sea para lavarme, te agradezco que hayas tenido la valentía en querer escapar... En serio lo hago, pero siendo honesta, lamento mucho estar así, yo no pedí esto Michelle y lo sabes.
Ella estaba atenta a mis palabras, pero no dijo nada, su rostro de molestia no se fue, solo chasqueo la lengua y salió de mi habitación dando un fuerte portazo, estaba más que claro que estaba molesta conmigo por mi actitud, pero no sabia que hacer para mejorar, ahora me daba miedo de ir a mis terapias por el simple hecho de encontrarme con esos hombres en la calle.
Busqué un pequeño bolso en mis cosas y ahí metí toda la ropa que tenía, junto con un par de zapatos y otras cosas más, me recogí el cabello y me coloque mis lentes, busqué el dinero que tenía ahorrado en estos meses, no era mucho pero al menos me daría para poder comer o dormir en un hostal por unos días mientras buscaba trabajo. Era más que claro que a Michelle le molestaba hacerse cargo de mi, la entiendo, pero si ella estuviese en mi lugar, buscaría la forma de ayudarla pero ella no lo hacía conmigo.
Salí del departamento con el corazón en la mano y un nudo en mi garganta, ya no quería ser. más una carga para mí hermana, no quiero que ella se pierda de su juventud por querer cuidar a alguien enfermo. Caminé un poco por la cuidad de Amberes, hoy no hacía tanto frío como otros días, caminé en muchas tiendas preguntando por un trabajo y nada, no había nada, me arme de valor para poder hacer esto porque no quiero que nadie se me acerque o me toque. Deambule por las calles casi toda la mañana, ya casi eran las dos de la tarde y aún no encontraba algo. Mi vista se fue a una tienda donde ofrecen servicios de limpieza, me acerque un poco más y había un pequeño cartel donde solicitaban una empleada para servicio, sin pensarlo entré, era un lugar súper limpio y un tanto elegante, ahora me arrepentía de haber entrado, yo vestía como un chico.
—Buenas tardes señorita ¿Necesita algo?
La chica era alta y esbelta, fue amable conmigo hasta ahora.
—Vengo por el cartel —lo señalé.
—Ah el de mucama —asentí— ¿Tienes alguna experiencia?
—Para serle sincera no mucha —apreté las manos—, pero soy muy buena captando y aprendo rápido.
—Entiendo, por lo que veo eres extranjera ¿Cierto?
—Si, no soy muy buena con el idioma de aquí, pero entiendo alguna que otra cosa.
—Voy a darte la oportunidad, se ve que necesitas el trabajo —asentí—, sígueme.
La seguí hasta más adentro de la tienda y me explicó lo que hacía.
—Verás, aquí nos encargamos de llevar y ofrecer servicios de limpieza, Catering y otras cosas más para eventos, bodas etcétera a los empresarios de este país, desde el alcalde hasta el presidente y el mismísimo rey, que ha venido varias veces a este lugar de vacaciones —asentí—, hace unos días la chica que estaba trabajando aquí, renunció y salió del país así que tomarás su puesto.
—Entiendo, estoy lista.
—Me gusta tu actitud. Justamente hoy a las cinco, vendrá alguien a recoger a la nueva sirvienta para que trabaje en la mansión Valkov, allí tendrás comida, un buen sueldo y todos los beneficios que otorga el señor Drago Valkov.
Drago Valkov, había escuchado muchas historias sobre ese hombre, se sabe que es uno de los mafiosos más grandes de Bélgica y que tiene a varias ciudades a su mando, se dice que es un hombre despiadado y cruel. No sabía si era buena idea aceptar, pero no tenía de otra, quería ese dinero y poder renunciar después para irme a Londres o quizá Miami, algo que esté lejos de este sitio, aquí ya no me necesitan.
-Eso sería todo, ahora me darás todos tus datos personales y por supuesto el pasaporte -asentí.
Me guió hacia una pequeña oficina donde me tomó los datos necesarios para mí hoja de vida y una carta de referencia para no tener problemas, de igual forma tendría que hacerme unos estudios para descartar cualquier enfermedad, ya que el señor Valkov es alguien cuidadoso con eso.
(...)
Se hicieron las cinco de la tarde y un auto llegó hasta el local, un hombre de piel morena entró con un traje negro y lentes del mismo color, la señorita que ahora se que se llama Agatha, lo saludó y le dió la carpeta con los papeles.—Ya puedes irte y suerte.
—Gracias.
Con los nervios a millón me subí al auto, estaba muy asustada porque no sabía si este señor me llevaría al destino determinado o se iría a otro para violarme y dejarme tirada en un bosque o carretera. Desde que conozco el sexo masculino, ese tipo de cosas y situaciones solo aparecen en mi mente.
Manejó colina arriba donde se veían algunas casas elegantes y al final de esta, estaba la mansión del señor Valkov, pero esto no parecía una mansión, parecía un Castillo, todo era colonial y con toques marrones, parecía deteriorada pero de forma pulcra. Mi vista pasó a la cantidad de hombres armados que había alrededor de esta enorme casa, entramos al jardín y el estacionó el auto hasta la parte de al lado de la casa, dónde estaba una señora esperando.
Cuando bajé el chófer me ayudó con el pequeño bolso y lo dejó en el suelo para subirse de nuevo al auto e irse. La señora frente a mi me sonrió pero no le devolví el gesto, parecía árabe o india, era muy bonita.
—Bienvenida niña —sonrió— me llamo Sarai.
—Soy Samantha, mi información está en la carpeta.
Ella asintió.
—Ven conmigo.
Tomé mi bolso y la seguí por una puerta que daba a la cocina, quedé impresionada con lo enorme que era, me gustaba que era blanca como un papel y tenía toques dorados por algunas partes, el la cocina habían dos chicas más, ambas se parecían a Saraí.
—Ellas son mis hijas, Malena y Sarah, chicas ella es Samantha, su compañera de trabajo.
—Mucho gusto y bienvenida —ambas sonrieron.
—Igualmente.
Saraí me pidió seguirla de nuevo y así lo hice, ella me llevó por un pasillo que estaba cerca de la cocina, abrió una puerta y ahí estaba una habitación, era de buen tamaño, tenía una cama no tan grande ni tan pequeña, un closet y un escritorio, me enseñó el baño y lo demás.
—Aquí tendrás lo que necesites, este es el uniforme —me dió un conjunto que consistía en un pantalón de vestir negro, camisa blanca manga corta y chaleco, fruncí el ceño mirando el uniforme, se supone que los uniformes de sirvientas no son así.
—Gracias.
—El uniforme es cómodo para poder trabajar —asentí, supongo que respondió mi duda al ver mi cara—, el señor Valkov lo mandó a hacer así ya que a veces tiene reuniones de trabajo y vienen muchos hombres y algunos no son muy amables que digamos y el señor los mandó a hacer para evitar que molesten a las chicas del servicio.
—Comprendo —tiene un poco de sentido para mí, no me sería cómodo usar falda.
—Cambiate y ve a la cocina, Ahi te explicaré lo que harás ¿Te parece bien?
—Claro.
—No eres muy expresiva —rió leve—, eso te ayudará un poco aquí.
Salió de la habitación dejándome confundida por sus palabras, cerré la puerta con seguro y empecé a cambiarme, no sin antes darme un baño rápido, me sentía un poco sucia así que decidí hacerlo, me coloque el uniforme y este me quedaba un poco ajustado, me agaché y lo hice con facilidad, Saraí tenía razón, podía trabajar bien con el. Me recogí el cabello en una coleta y me coloque los lentes, tomé aire y salí de la habitación, caminé hasta la cocina y ahí estaba Saraí.
—Sabía que te quedaría bien —sonrió—, vamos, voy a explicarte todo lo que debes y lo que no.
Asentí y la seguí, ella me dió una pequeña libreta junto con un bolígrafo para anotar lo que me dice, así me es más fácil poder memorizar. La seguí por las escaleras arriba, me explicó cada habitación, yo anotaba a las cuales podía entrar y a las que no.
—Ya dicho las habitaciones, te diré cuál será tu función —asentí—, te encargarás de llevarle las comidas al señor, el jamás come en el comedor, lo hace en su despacho o habitación —asentí de nuevo—, recogerás las sábanas cada dos días y limpiarás su habitación, ayudarás con la limpieza que se hace tres veces por semana, te encargarás del área del despacho, habitación, sala de reuniones —yo estaba anotando todo—, baños adicionales y habitaciones de invitados... ¿Quedó claro?
—Claro que si.
—Ah y una cosa más, no entres a su biblioteca, no le gusta que nadie entre ahí.
—¿Y quién la limpia?
—El mismo, esa habitación es lo más valioso que tiene, tu te encargarás de darle los productos que necesita para la limpieza, el se encierra y tienes que quedarte en la puerta hasta que el termine, porque siempre manda a pedir algo más.
—Entiendo.
El señor Valkov tenía muchas excentricidades, claro, estaba en la mafia y tenía más que dinero, lo curioso fue que Sarai no nombrara ese tema, supongo que lo hará después.
—Vamos a la cocina, hay que preparar la cena antes de que llegue.
Solamente asentí y la seguí, ya hoy era mi primer día de trabajo así que debía hacer todo bien, al menos aprendí algo en el orfanato, lo de los limpiar y mantener todo ordenado, ahora solo queda trabajar para poder irme de aquí, así podré ser libre y terminar de una vez con esto.