[DANA]
El imbécil sale corriendo y gritando que estoy enferma, pero desconoce que mi primera opción para lanzarle fueron los platos de vidrio de la alacena.
—Solo te pido que hagas una cosa, Dana: poner de tu parte y... —muerde sus labios y mira hacia el enorme ventanal de vidrio—. Olvídalo, tienes razón. Yo trataré de arreglar esto.
—¡No quiero que lo arregles, Max!— desaparece por la puerta, sin hacerme el menor caso.
Describir mis emociones nunca ha sido tan difícil como lo está siendo estos últimos días. Antes podía decir que estaba feliz por la familia que estaba por construir, que amaba mi trabajo y que todo era perfecto, que mi corazón palpitaba de emoción de solo pensar en el futuro y que, pese a no estar con la persona que siempre había amado, estaba con una a la que sabía que podía amar.
El hecho es que ya no puedo decirlo. No me nace decir que estoy feliz por lo que tengo, siento culpa por hacer pasar a Max y a Lisa por esto. Ellos no lo merecen. No puedo decir que puedo qu