[DANA]
Siempre me quejo por todo. Lo admito.
Soy problemática y muy pocas veces tengo la razón.
Pero nunca había necesitado de una siesta de tres días al estilo Julieta, como este día.
Llevaba cuatro decepciones en mi pecho, unos cinco tragos de vodka y un tatuaje para recordar.
Así de mal había estado mi día.
Pero, para resumir… había descubierto quién había comprado la casa de la playa de mamá, me había reencontrado con el ser más despreciable para mi hermano y para mí, y me había tatuado una mendiga mariposa en el abdomen porque quería sentirme rebelde por un día, y eso… era solo el inicio.
Lo peor del caso fue con quién lo había hecho. Pero, para qué darle más vueltas al asunto… lo hecho, hecho estaba…
Y todo eso, en cinco años.
El día de mi boda, Daniel me confesó que él había comprado la casa de la playa de mamá, y bueno, ese fue el mejor regalo de bodas que pudo haberme dado. Luego, por la tarde, cuando la fiesta ya estaba por terminar, aquel hombre que había dejado a mamá a su