Después de la intensa conversación con Raven, Donovan y yo nos dirigimos hacia la habitación de Julia. Me sentía tan confundida, sin saber cómo demonios se esperaba que reaccionara. Yo misma había visto todos los peligros que ser una donante provocaban. Y Raven no era precisamente un vampiro común.
No quería que mi hermana menor se convirtiera en una herramienta más en este juego político en el que yo apenas me estaba enterando de su existencia.
Raven suplicó no alejarse de Julia y Donovan confirmó que esa no sería la mejor idea. Julia no tendría muchos problemas, pero Raven sí. Él ya estaba consciente de aquella conexión y estar alejado solo le haría daño.
Eso era un problema al que no tenía una solución inmediata. Tampoco era que quisiera separarlos.
Pero Julia solo era una niña. Una bebé. Y aunque Raven era mayor que ella solo por algunos años, esa diferencia en este momento era gigante.
Por supuesto, debía darle el beneficio de la duda. Él ya había demostrado un gran autocontrol,