Seguir caminando como si no estuviera completamente enfadada con el ser a mi lado fue difícil, como una de las tareas más complicadas a las que tuve que enfrentarme, sobre todo porque él iba silbando por el camino, como si no pudiera estar más relajado.
Sabía que se había enfadado conmigo tras esa pequeña discusión, pero al parecer había decidido dejarlo atrás, actuando como si nada. No estaba segura de sí era porque se sentía confiado en que había ganado la pelea, o porque realmente no le importaba lo que yo hiciera o dejara de hacer.
—¿Vamos a hablar de lo que pasó ayer?
—No —se negó con tranquilidad, fingiendo indiferencia.
—Se supone que eres un adulto. ¿Sabes?
—Solo te llevo cinco años —informó.
—¿Ves? Ni siquiera tenía idea. Pensé que eras un viejo con cientos de años y con un ligero toque de pedófilo.
—¿Por qué pensarías algo como eso? —ahora sí que se encontraba alarmado.
—No lo sé. ¿Qué podría saber yo sobre los vampiros? En las películas siempre tienen miles de años más que