Capítulo2
Hundida por el dolor de haber perdido a mis suegros, llamé a Alain para contarle lo que había pasado.

—Alain... papá y mamá ya no están con nosotros... sufrieron mucho antes de morir. Por favor, vuelve a casa y encárgate del funeral.

Pero lo único que recibí fue pura burla.

—¿Y qué con eso? ¡Se murieron y ya! La gente se muere todos los días, ¿no? ¡Deja de lloriquear! La muerte es lo más normal del mundo. ¡Igual ya estaban viejos!

Apenas iba a decirle que eran específicamente sus padres los que habían muerto, cuando me cortó de golpe:

—¿Y me llamas para esta estupidez? Si no tienes nada importante que decir, no me molestes.

En ese momento, escuché una voz dulce al fondo.

—¿Alain, es Margot otra vez queriendo que regreses? No te preocupes, yo me encargo de mi mamá. Aunque estoy sin ganas, todavía puedo aguantar un poco más.

Y, como si nada, Alain cambió el tono con ella, volviéndose más tierno:

—Estoy contigo, tranquila. Todo va a estar bien.

Pero cuando volvió a hablarme, su voz fue puro veneno:

—¡No me vuelvas a llamar! ¿La muerte de tus padres es mi problema? ¡Debería darte vergüenza!

Y me colgó.

Ahí fue cuando entendí que Alain ni siquiera había entendido que quienes habían muerto eran sus propios padres.

Siempre supe que Alain estaba muy pendiente de una excompañera suya, su famosa «discípula», Juliette. Al principio no le di mucha importancia. Pero después, con lo que decía la gente del pueblo, me di cuenta de que lo que había entre ellos no era normal. Iban juntos a todos lados, y siempre los veían como uña y mugre.

Aquello me molestaba tanto que, si se tardaba diez minutos, ya le marcaba para ver dónde estaba. Me daba miedo que pasara algo entre ellos.

Pero después de todo esto, por fin, me di cuenta: Alain era un desgraciado.

En su mente, la vida de mis padres no era más importante que seguir pegado a Juliette. En ese momento, sentí tantas cosas al mismo tiempo, que ni sé cómo explicarlo. Solo sé que, por primera vez, me sentí aliviada… de que no fueran mis padres los que habían muerto.

Cuando todo estuvo listo y se identificaron los cuerpos, el médico me dijo algo que me dejó pensando:

—Mucha gente va al monte a recolectar hongos, pero nunca había visto un ataque tan brutal de una avispa reina. Me parece muy extraño.

Sentí que había algo más en sus palabras… como si me estuviera queriendo decirme otra cosa. En ese instante, me atacó la duda: ¿y si no había sido un accidente.

Con esa idea en mente, llamé al número desconocido que me había contactado antes.

—Hola, gracias por la llamada de hoy. Gracias a usted pude encontrar a mis suegros… aunque ya era tarde. Igual le agradezco muchísimo. —Hice una breve pausa, antes de preguntar—. ¿Por casualidad notó algo raro en la montaña? No sé, pero tengo el presentimiento de que esas avispas no atacaron sin más.

La persona del otro lado lamentó la tragedia y luego, pensativa, respondió:

—Qué tristeza. De verdad, lo siento mucho. Hoy estuvo todo bastante tranquilo, no subió mucha gente. En teoría, eso no debería haber molestado a las avispas reinas… pero no sabría decir qué fue lo que pasó.

Esa respuesta me heló por dentro. Sin pruebas claras, a pesar de mis sospechas, no podía hacer nada concreto. Tal vez, notando mi angustia, la persona al otro lado de la línea añadió:

—Hoy tomé varias fotos. En muchas salen tus suegros. Si no te molesta, te las mando como recuerdo.

Unos minutos después, me llegaron las imágenes al celular.

Mis suegros salían con una sonrisa enorme, bien animados, posando felices con los hongos que habían recolectado, ajenos al peligro.

Mientras veía lo impredecible que puede ser la vida, algo en una esquina de una de las fotos, llamó mi atención: una persona vestida de negro.

Me acerqué bien para mirar… y sentí un escalofrío.

¡Era Juliette!

A pesar de que se había cambiado de ropa, la reconocí al instante.

Con esto corrí directo a la comisaría, presentando las fotos como prueba.

Después de verlas, el oficial me miró con cara seria:

—Esto no es prueba suficiente. Primero, no podemos asegurar que la persona en la foto sea la señorita Juliette. Y segundo, la causa directa de la muerte parece ser una reacción alérgica al veneno, no solo las picaduras.

Sin embargo, mi instinto me gritaba que Juliette era la responsable de esto, por lo que, sin perder tiempo, acudí con un abogado, tras presentar una denuncia contra Juliette por homicidio.

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