Lyra salió furiosa al aire libre, perseguida de cerca por Sofía.
—¡Lyra! ¿Qué demonios le estás haciendo a Laura? ¡Nunca te había visto así antes!
Sofía había conocido a Lyra por años. Siempre había parecido amable, incluso gentil. Este lado despiadado era completamente nuevo y aterrador.
Ignorando a Sofía, Lyra caminó hacia un estanque cercano, hundiendo sus manos manchadas de sangre en el agua.
Observó la sangre arremolinarse y murmuró: —Realmente no me conoces, Sofía.
Se movió lentamente a un banco bajo un árbol, sacó un cigarrillo, y lo encendió.
—¡Me dijiste que habías dejado de fumar! —dijo Sofía, voz temblando con decepción.
—Sí dejé —exhaló Lyra bruscamente, soplando humo al cielo.
—Tres años completos. Pero hoy lo rompí. Necesito esto, Sofía.
Sofía miró con incredulidad, luchando por encontrar palabras. —¿Cómo—cómo puedes disparar a la gente así?
Lyra se encogió de hombros, su tono frío y distante. —Practico en un campo de tiro. Tengo licencias para todas mis armas.
—¡Matas ge