48. SOLO UN SUSTITUTO
DAMON
—¡Lorien! ¡Lorien! —la llamé aguantándome el enojo que iba en aumento.
Salí de su cuerpo, mucho más disgustado de lo que hubiese imaginado, acomodándola sobre la cama.
—Muy conveniente para ti quedarte dormida justo ahora, ¡maldit4 sea! —rugí, apretando los dientes, viendo su rostro inocente, mirando su cuerpo lleno de mis marcas, con mi olor… Ah, no. No. Solo le había hecho el trabajo a otro.
Al tal imbécil de Damon. ¡¿Qué carajos?!
Me bajé de la cama, caminando por la habitación como un animal salvaje, desnudo y pensando en tantas posibilidades.
¡Me mintió en todo! Pensé ilusamente que sí éramos mates, que por eso me había comprado como esclavo… acaso… ¿le recordé a ese hombre desde el inicio?
—¡AAGGR! —¡BAM!
Arrojé una figura que cayó al suelo, haciéndose añicos. Perdía el control de mis emociones, no pensaba de manera racional. ¿Por qué me sentía tan traicionado, tan decepcionado?
Necesitaba salir, despejar mi mente. ¡Necesitaba a mi maldito lobo!
Comencé a caminar hacia la