Capítulo 50— El regreso del que siempre estuvo
(Punto de vista: Sofía)
El silencio del laboratorio era casi quirúrgico.
La luz blanca rebotaba sobre las mesas repletas de frascos, carpetas con anotaciones y probetas alineadas con precisión. Sofía repasaba los datos del microscopio sin terminar de leerlos.
El embarazo la tenía sensible, sí, pero eso no era todo. Hacía dos semanas que le escribía a Federico y no había recibido ni una palabra.
Había pensado todo tipo de cosas: que estaba enojado, que tal vez se sintió traicionado cuando ella se fue sola a la convención sin avisarle… que quizá, en el fondo, él ya no quería estar en su vida. Eran amigos desde hacía años, desde la universidad. Se conocieron en los pasillos de Medicina, entre clases eternas, apuntes manchados de café y miradas compartidas de agotamiento.
Después, él se fue a especializarse en oftalmología pediátrica a otro país, y ella siguió su camino, se casó con Adrián y quedó atrapada en una historia que no