Capítulo 33 – Lo que duele no es él
Punto de vista: Sofía Rojas
La puerta se cerró con un golpe seco. No fue solo el fin de una visita; fue el cierre simbólico de algo mucho más profundo, como si esa mujer hubiera dejado un eco venenoso que aún flotaba en el ambiente. El sonido de sus tacos alejándose por el pasillo se apagó lentamente, y entonces el silencio lo cubrió todo. Un silencio denso, pegajoso, como si el oxígeno hubiera sido robado del aire. Y en medio de esa quietud sofocante, Sofía sintió cómo algo se rompía adentro.
No fue alivio. Fue vacío.
Un hueco en el pecho que empezó a llenarse de lágrimas, aunque no las buscó. No pensó en llorar, no quiso hacerlo. Pero el llanto se presentó solo, traicionero y silencioso, cayendo en hilos calientes por sus mejillas. Eran lágrimas pesadas, dolorosas, como si cada una llevara el peso de semanas acumuladas.
Se dejó caer al borde de la cama, todavía con el pijama de algodón gris que usaba cuando el mundo dolía demasiado. El ca