CAPÍTULO — “LA NOCHE QUE NO QUISIERON ADMITIR Y EL AMANECER QUE LOS TRAICIONÓ”
La llegada al hotel fue casi silenciosa, con ese cansancio que pesa en los huesos después de un día que lo cambió todo.
No hablaron mucho. No hacía falta.
Los dos estaban llenos de pensamientos que se tropezaban entre sí.
Milagros entró primero al baño.
Se quedó bajo el agua caliente varios minutos, dejando que la tensión bajara por su espalda como un desahogo que venía tarde. Se puso su pijama rosa pálido, suave, de tela liviana, ese que parecía hecho para noches tranquilas… y nunca lo eran cuando Ayden estaba cerca.
Él entró después, salió con un short azul y una remera blanca que le marcaba los hombros y el pecho.
Milagros evitó mirarlo demasiado.
Esa noche cualquier mirada de más podía ser un incendio.
Ayden señaló el sillón.
—Dormí vos en la cama. Yo me quedo ahí.
Milagros lo miró como si él estuviera diciendo un disparate.
—Ayden… ese sillón es para dos personas sentadas. No par