CAPITULO— “LA NOCHE QUE LOS ENCONTRÓ CANSADOS"
La noche cayó sobre Madrid un suspiro cansado.
El día había sido eterno: el vuelo, el cruce con Martín, el hotel, la visita a Martina, el bebé, la charla entre hombres.
Cuando por fin se sentaron todos a cenar en la casa de la hermana, Milagros sentía que el cuerpo le pedía cama desde hacía horas.
Martina había pedido unas pizzas caseras de un local italiano de la zona, porque decía que la mozzarella de España “no es igual a la uruguaya, pero te salva la vida en estos días de bebé llorón”.
Elián agregó unas t***s, pan con tomate, aceitunas… comida simple, rica, reconfortante.
Milagros, con el bebé dormido sobre el pecho, apenas probó dos porciones.
Ayden la observaba en silencio, sin presionarla, sin hablar demasiado, cuidando cada gesto para no incomodar a su familia.
El ambiente, sin embargo… estaba tenso.
Muy tenso.
Martín miraba a Ayden como si fuera un chiste mal contado.
Clara mantenía una educación impecable, pero sus ojo