Capítulo — La decisión inesperada

El camino hacia Colonia se había llenado de canciones y risas. Guillermo conducía con el brazo apoyado en la ventanilla, mientras Julia, desde el asiento del acompañante, cambiaba de estación en la radio a su antojo y lo hacía cantar aunque él se resistiera. Cada tanto, le mostraba mensajes de Lili en el celular, acompañados de emoticones, y lo pinchaba con comentarios que lo dejaban colorado.

—Mirá... mami Lili ,qué lindo es mi papá —dijo, como al pasar, mostrándole una foto que Lili le había mandado con un corazón al pie.

Guillermo bufó, medio avergonzado, y le revolvió el pelo con cariño.

—Sos terrible, Julita.

La niña rió, satisfecha, sin sospechar que en cuestión de minutos la alegría del viaje se desvanecería como un suspiro.

Cuando llegaron a Colonia, la sorpresa los golpeó de lleno. Frente a la casa de Sandra había valijas amontonadas y un auto con el baúl abierto. Sandra reía nerviosa mientras un hombre mucho mayor acomodaba bolsas de ro