Capítulo — El regreso a casa
Los días en el hospital parecían eternos. Cada amanecer llegaba con la misma rutina: médicos entrando y saliendo, enfermeras con bandejas metálicas, pequeñas agujas, luces blancas que iluminaban demasiado, y el mismo murmullo esperanzado de Sofía que se repetía como un rezo silencioso: “Falta poco, hijo, falta poco para irnos a casa”.
Ayden había nacido un poco antes de tiempo, con apenas treinta y seis semanas, y aunque era fuerte, había que esperar. Casi una semana completa estuvieron internados, midiendo cada gramo, cada signo vital, cada latido que confirmara que el pequeño guerrero estaba listo para salir al mundo real. El pediatra había sido claro: necesitaba alcanzar el peso ideal para poder darle el alta.
La jornada más dura para Sofía llegó el día de las vacunas y los estudios oftalmológicos. Había visto miles de veces a médicos pinchar pacientes, ella misma había pasado por prácticas de inyecciones y procedimientos cuando estudiaba, pero nada