Capítulo — La Sorpresa Inesperada
La tarde transcurría con alegría en la mansión Castell. El salón estaba decorado con globos en tonos suaves, mesas llenas de regalos y un clima de fiesta que envolvía a todos. Sofía, radiante en su vestido blanco, conversaba con amigas mientras Lili, sentada en su silla de ruedas eléctrica, sonreía viendo a Julia correr entre los invitados con una risa contagiosa. Guillermo la miraba cada tanto, con esa paz que solo los grandes amores saben dar.
Pero lejos de allí, en un hotel del centro de Montevideo, Sandra miraba su reflejo en el espejo con una mezcla de rabia y despecho. Había pasado horas dando vueltas en la habitación, mascullando en silencio.
—¿Qué hago acá? —se dijo a sí misma—. Vine a arruinarle la presentación de la novia a Guillermo, y lo voy a hacer.
Tomó su celular y abrió el rastreador de su hija. En la pantalla apareció una dirección: la mansión Castell. No dudó ni un segundo. Bajó a la calle, tomó un taxi y con el ceño frunci