Capítulo — Piedras en el Pecho
La oficina estaba en silencio, pero en el pecho de Adrián había un ruido ensordecedor. El aire le faltaba, las manos le temblaban y el corazón golpeaba con fuerza desmedida. Se agarró al escritorio como si el mundo se estuviera desmoronando debajo de él.
—No… no… —susurraba entre jadeos—. Otra vez no.
Era un ataque de ansiedad, uno de esos que lo dejaban paralizado, preso de su propio cuerpo. Nadie lo sabía. Nadie lo sospechaba. El Adrián implacable, el CEO que no dejaba grietas, estaba quebrado por dentro.
Apretó el celular entre las manos y marcó el número que sabía que podía salvarlo.
—¿Adrián? —contestó la voz al otro lado, con ruido de motor de fondo. Guillermo estaba en el ómnibus de regreso.
—Guillermo… no puedo respirar… —logró decir entre jadeos—. Me duele el pecho, hermano, me duele.
Hubo un silencio breve, y luego la voz firme de Guillermo lo sostuvo como un salvavidas.
—Tranquilo, Adrián. Escúchame. Inhalá profundo. Ahora exhal