Corría tan rápido como sus pies lo permitían, incluso estuvo a punto de dar un traspié, pero eso no le importaba en lo más mínimo. La cometa apenas rebasaba su altura y la cola estaba cerca de rozar el suelo. Así que apresuró el paso, siguiendo con su andar hasta brincar un tronco.
-¡Sigue corriendo, Nicolae!- Escucho le decían y acatando la orden de su hermano, dio más velocidad a su movimiento, como si nada más importara.
Y de pronto, sentía como el aire de la montaña de Alberta hacia su magia. Sintió el tirón y giró a ver como la cometa estaba reluciente, volando en lo alto del cielo. Sus colores verde y naranja armonizaban con las tonalidades del manto celeste, en el que el sol estaba por ocultarse.
-¡Está volando! -Exclamó feliz -¡Papá! ¡Mira!-
El rostro de su padre tenía impregnada una gran sonrisa y podía notar el orgullo que sentía por ellos marcado en sus ojos, una sensación de indescriptible cariño lo albergó unos momentos, un instante suficiente para ignorar la piedra en el