Actitudes confusas.

Desorientado, Dylan salió de casa, ya que necesitaba un respiro para no terminar cometiendo un gran error, puesto que todos sus demonios le apuntaban hacia Judith; incluso su subconsciente le jugaba una mala pasada al hacerle pensar que él tenía todo el derecho de exigirle intimidad, ya que es su esposo.

Innumerables veces agarró el teléfono para llamar a Analía y acudir a ella pero se arrepentía porque no era en sí lo que le apetecía y sin encontrar qué hacer llamó a Alexis aunque era tarde le pidió que fueran a cenar, aún no había comido nada de todos modos.

Minutos después Dylan y Alexis se encontraban en un restaurante, disfrutando de una cena juntos.

—¿Qué te pasa?, nunca llamas a menos que necesites algo— inquirió Alexis después de haber comido su tercer bocado, ya no podía estar en silencio y más conociendo a Dylan.

—¿Qué?, ¿no puedo invitar a mi amigo a cenar?— cuestionó Dylan con las cejas alzadas.

Alexis observó su plato y dejó los cubiertos a un lado de manera dramática.

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