Continúan las lecciones de humildad.

La noche cayó sobre la casa, donde la alegría y el amor se mezclaban con bromas y risas. Todos, incluyendo a Carl, se fueron a descansar con una sensación de calidez en el corazón, conscientes de que habían sido testigos de un nuevo comienzo, no solo para Dylan y Judith, sino para toda la familia.

Dylan yacía profundamente dormido, acurrucado junto a su esposa, y el suave sonido de la lluvia golpeando la ventana creaba un ambiente tranquilo en la habitación, sin embargo, la paz se vio interrumpida cuando la pequeña bebé rompió en llantos por tercera vez en esa noche.

Con el cabello enmarañado y los ojos casi cerrados, Dylan se incorporó en la cama y miró a Judith, quien seguía profundamente dormida.

Con cuidado, él se levantó de la cama y se acercó a la cuna de la bebé. La pequeña seguía llorando, y chupándose los dedos entre lágrimas.

—Amor, despierta, esta princesa tiene hambre—, le susurró a Judith en un tono suave, esperando que se despertara.

Judith abrió los ojos brevemente, pe
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