A la mañana siguiente, el cielo amaneció encapotado, como si reflejara el estado de ánimo de Lilian. Se encontraba de pie frente al edificio del tribunal, con la respiración agitada. Aunque había intentado calmarse durante toda la noche, la inquietud la atenazaba todavía. Hoy sería un día decisivo. Un solo paso en falso podía arrebatarle a Gabriel de sus brazos.
Aditya caminaba a su lado, sereno como siempre.
—Hoy debemos estar aún más preparados —dijo con tono firme—. Carlos no dudará en presentar todas las pruebas posibles para hundirte. No tengas miedo. Recuerda, la verdad está de nuestro lado.
Lilian asintió despacio. Intentaba fortalecer su corazón, aunque sus ojos aún estaban algo enrojecidos tras pasar la noche en vela. Toda la madrugada no había podido pensar en otra cosa: ¿qué ocurriría si el juez decidía que Gabriel debía irse con Carlos? Aquella imagen la empujaba al borde de la locura.
Dentro de la sala, el ambiente volvió a cargarse de tensión. Carlos permanecía sentado c