Capítulo 55
El crepúsculo comenzaba a descender cuando Lilian salió del edificio de la empresa. Su cuerpo se sentía agotado, sus párpados pesaban, pero en su corazón hallaba un leve consuelo al imaginar el rostro pequeño de Gabriel. Cada vez que pensaba en su hijo, parecía surgirle una nueva fuerza que empujaba sus pasos.Frente al jardín de infancia, Lilian distinguió de inmediato la silueta diminuta que corría tambaleante hacia ella.—¡Mamáaa! —gritó Gabriel con alegría, su rostro iluminado de dicha.Una sonrisa tenue apareció en el rostro pálido de Lilian. Se agachó, extendiendo los brazos.—Ven aquí, cariño.Gabriel se lanzó de inmediato a su abrazo. Lilian lo estrechó con fuerza, cerrando los ojos por un instante. El calor de aquel cuerpecito parecía disipar toda la angustia que llevaba dentro.—Mamá te ha echado muchísimo de menos —susurró.—¡Yo también te extrañé, Mamá! La seño Clara jugó conmigo hoy. Pero yo te es