El coche avanzaba con calma, aunque el ambiente en su interior seguía siendo tenso. Lilian permanecía inmóvil en el asiento del pasajero, con la mirada perdida en la ventana. De vez en cuando, Daryl la observaba de reojo para asegurarse de que estuviera bien.
—Gabriel está a salvo —la voz de Daryl sonó firme, sin dejar espacio a dudas—. Lo más probable es que ahora mismo esté jugando con Aurora en casa.
Lilian giró bruscamente, con los ojos llenos de desconcierto—. ¿Aurora?
—Sí —Daryl asintió brevemente—. No podía comunicarme contigo por teléfono. Eso me hizo sospechar que algo pasaba. Enseguida envié a alguien para localizarte a ti y a Gabriel.
Lilian frunció el ceño. —¿Cuándo…?
—Desde esta mañana —respondió Daryl sin volverse—. En cuanto recibí la noticia de que tú y Gabriel habíais sido llevados por separa