Al amanecer, la casa estaba en silencio. Margaret bajó lentamente las escaleras con la maleta rodando tras ella. Tenía la mirada fija, decidida quería simplemente tomar un taxi, llegar al aeropuerto, y desaparecer nada más. Sin escándalos, y sin anunciar su partida.
Pero al llegar al vestíbulo, se detuvo en seco.
Afuera, apoyado con naturalidad contra un coche negro, Adrien la observaba como si hubiera sabido desde siempre que ella bajaría en ese instante. Le dio una media sonrisa tranquila.
—Pensé que necesitarías un aventón —dijo, caminando hacia ella, quitándole la maleta de la mano antes de que pudiera protestar—. Ya tengo tu número de vuelo. No quiero que viajes sola.
Margaret parpadeó, sorprendida.
—¿Cómo…?
—Tengo mis métodos —respondió con ligereza, abriéndole la puerta del coche—. Vamos, o perderás el vuelo.
Margaret simplemente sonrió y se subió en su auto.
***
Muy lejos de allí, en la oficina principal de venus Corporated, Carlos se plantó frente al escritorio de Lucien co