En el segundo piso del bar, la música era más tenue y el ambiente mucho más selecto. En una sala VIP, Lucien se encontraba rodeado de un pequeño grupo de amigos de la vieja élite empresarial. Las risas y los brindis llenaban el espacio, pero él apenas participaba. Se limitaba a sostener su copa, distraído, con la mirada perdida en el ventanal que daba hacia el piso inferior.

—Por fin te libraste de esa esposa aburrida y sumisa —comentó uno de sus amigos, dándole una palmada en el hombro—. Era cuestión de tiempo que terminaras dejando a alguien así.

Lucien no respondió de inmediato. Mantuvo la vista fija en la multitud de abajo, sin prestarle mucha atención a lo que decían sus amigos.

—Estoy de acuerdo —intervino su hermana, con una sonrisa complacida—. Lorain es mucho más apropiada para ti. Tiene clase, inteligencia, y sabe moverse en sociedad. Además, ya es hora de que la presentes formalmente. No puedes tenerla escondida para siempre.

Lorain, que estaba sentada junto a ellos, fingió