Sigo llorando, aunque ya ni siquiera sabía si lo hacía o no.
—¿Y si acaso él te dejó por su enfermedad? —me preguntó.Esa pregunta, nunca había pasado por mi cerebro, y ahora en parte tenía sentido. Era el mismo tiempo en el que nos habíamos separado.—No lo sé. Pero puede ser posible.—Tienes que preguntárselo —comentó Melissa y yo asentí.Cuando vio el reloj, supe que tenía que buscar a Emma. Me puse de pie.—Espera. Yo iré por Emma. No te preocupes me quedaré con ella y tú puedes quedarte aquí —dijo yo asenti. Después de nuevo salió el médico explicándome la situación, y que podía irme a casa.De igual forma solamente lo podía ver a las 4 de la tarde.Asentí y camino, lo hago con torpeza pero finalmente llegó a un taxi y a la casa de Eduardo.Eduardo, sus recuerdos me invaden en cuánto piso el suelo marmolado. Las veces que vimos películas, cuando cocinábamos juntos punto y ahora que