—No todos mostramos lo que realmente estamos pasando. — dijo Samanta con una sonrisa triste.
— Supongo que tienes razón.
—Pero en realidad, estoy bien. Aunque también me afectó mucho no poder tener hijos.
— Lo siento mucho.
—Está bien, realmente estoy bien. Pero aceptar esa realidad fue difícil. Adoptar un niño es un proceso complicado y costoso, y requiere tener recursos económicos.
—Lo lamento.
—No te preocupes, no es tu culpa ni la mía. Supongo que no todos tenemos la posibilidad de ser padres, y yo lo acepto.
— Entonces te casaste muy joven, ¿verdad? ¿Qué edad tienes? — preguntó Eduardo.
—Tengo 23 años — respondió con una sonrisa.